Seguro que muchas veces te has dado cuenta de que no estás haciendo lo que deberías estar haciendo.
Somo especialistas en postergar tareas importantes y cambiarlas por cualquier actividad irrelevante.
Lo que llamamos pereza en realidad es procrastinación y es inherente al ser humano.
El " me entretengo con una mosca", o " cualquier excusa es buena para no hacer todo lo que tengo pendiente" no es cuestión de holgazanería si no que puede deberse a una mala gestión de las emociones.
Hay tareas que nos hacen dudar de nosotros mismos, sentir inseguridad o incluso ansiedad... el alivio temporal que sentimos al postergar dichas tareas es el fundamento de la procrastinación.
Por este motivo puede convertirse en un hábito o un acto crónico, con la consiguiente disminución de la productividad.
Según investigaciones recientes, esto tiene una base neuronal y muchas veces no somos conscientes de que lo estamos haciendo.
La solución a este problema vendría por un trabajo interno de análisis de nuestros actos así como de los motivos que nos llevan a realizarlos. Solo si somos conscientes de que estamos procrastinando podremos llegar a dejar de hacerlo.